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martes, 18 de marzo de 2008

EN LOS TIEMPOS DE HOY

(...) Una de las lecciones políticas más instructivas, en los tiempos de hoy, sería saber lo que piensan de sí mismos esos militares y millares de hombres y mujeres que en todo el mundo tuvieron algún día el retrato del Che Guevara a la cabecera de la cama o en frente de la mesa de trabajo, o en la sala donde recibían a los amigos, y que ahora sonríen por haber creído o fingido creer.

Algunos dirían que la vida cambió, que el Che Guevara, al perder su guerra, nos hizo perder la nuestra, y por tanto era inútil echarse a llorar como un niño a quein se le ha derramado la leche.

Otros confesarían que se dejaron envolver por una moda del tiempo, la misma que hizo crecer barbas y alargar melenas, como si la revolución fuera una cuestión de peluqueos.

Los más honestos reconocerían que el corazón les duele, que sienten en él el movimiento perpetuo de un remordimiento, como si su verdadera vida hubiese supendido el curso y ahora les preguntase, obsesivamente,a dónde piensan ir sin ideales ni esperanza, sin una idea de futuro que diese algún sentido al presente.

El Che Guevara, si tal se puede afirmar, continúa existiendo después de haber muerto. Porque el Che Guevara, es solo el otro hombre de lo que hay de más justo y digno en el espíritu humano. Lo que tantas veces vive adormecido dentro de nosotros. Lo que debemos despertar para conocer y conocernos, para agregar el paso humilde de cada uno al camino de todos.

José Saramago, Presencia literaria,
8 de junio de 1997.

* Vieja y antigua foto que muestra el cadaver del Che junto a sus verdugos. Bernardino Huanca es quien le da al Che el disparo final a quemarropa.

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